Estrategias
para mejorar la comprensión lectora
La
comprensión lectora es la capacidad para entender lo que se lee, tanto en
referencia al significado de las palabras que forman un texto, como con
respecto a la comprensión global del texto mismo.
Estudios
como el informe PISA
o el PIRLS
concluyen que en los últimos años los estudiantes europeos, y especialmente los
españoles (en torno a un 26%), tienen cada vez más problemas con la comprensión
lectora.
Así, cada
vez son más los alumnos a los que les resulta difícil sacar información de
lo que leen, interpretarla y reflexionar sobre ella.
Evidentemente,
la comprensión lectora mejora con la práctica. No obstante, tanto padres como educadores
deben tener presente que la lectura ha de ser un placer, no una obligación.
Desde luego, lo ideal sería fomentar el hábito de la lectura desde pequeños en
casa, con cuentos o adivinanzas, y animarles a leer ellos solos
progresivamente.
El objetivo
es que muestre cada vez mayor interés y que se esfuerce en comprender lo que
lee, por ello el contenido ha de estar acorde con sus conocimientos, con un
vocabulario adecuado y sin formas gramaticales o construcciones sintácticas que
le resulten frustrantes. En el caso de los jóvenes, siempre ayuda tener a mano
un diccionario para resolver dudas y apuntar el significado de aquellas palabras
que no entiendan.
Cualquier
momento cotidiano es bueno para motivar al niño, como leer carteles mientras se
pasea por la calle o pedirle que nos cuente qué ha estado leyendo en clase ese
día. Tampoco hace falta leer solo libros, ya que tebeos,
revistas o artículos de periódicos acordes a su edad son otra buena opción.
Actividades
para mejorar la comprensión lectora en clase y en casa
1. Proponer situaciones en las que sea
necesario leer una receta de cocina, las instrucciones de un juego, el artículo
de una revista, el menú de un restaurante, un anuncio publicitario...
2. Buscar la palabra fantasma, también
conocido como Procedimiento Cloze: seleccionar un texto en el que se suprimen
varias palabras fáciles de deducir por el contexto de la historia. El niño debe
adivinar cuáles son esas palabras que faltan.
3. Plantear un tema cualquiera y quien
consiga más información sobre él, gana.
4. Técnica de la idea principal: se
muestra al niño la ilustración de una acción concreta y se ofrecen diferentes
opciones textuales que la expliquen. A continuación, deberá escoger aquella que
mejor la explique. También puede realizarse sin necesidad de dibujo alguno:
tras leer el fragmento de un texto se le pide que extraiga el sentido principal
o el tema de lo que acaba de leer. Otra buena idea es subrayar la que crea idea
principal de un párrafo.
5. Resumir: se lee un texto y el niño
debe escribir una o dos frases que lo resuman. O bien, debe contar a sus
compañeros en pocas palabras de qué trata la historia.
6. Tras la lectura, realizar un dibujo
o una dramatización sobre el contenido.
7. Escribir finales distintos para una
misma historia.
8. Completar y ordenar frases, hacer
sopas de letras, responder preguntas relacionadas con el texto...
9. Lectura simultánea: leer una frase
y, a continuación, enunciar otra con el mismo significado pero con palabras
distintas, más sencillas. Así, aprende vocabulario y comprende más fácilmente
lo leído.
10. Leer cuidadosamente títulos,
encabezados y pies de página.